domingo, 19 de agosto de 2007

PINTOR DE COMETAS Y AVIONES DE PAPEL

Juan Beltrán
Vuelan los aviones de papel por todos lados. El horizonte muy bajo y el azul lejano de las serranías dejan ver el esplendor del cielo cubierto de avioncitos y piscuchas de todos los colores.
Un día encontré a este Juan Beltrán en un café de pocos clientes, que saboreaban capuchinos y espumosos. Estaba ensimismado viendo por la ventana al cielo gris de marzo. En su mano sostenía un lapicero corriente y barato sobre una servilleta, en la que había hecho un garabato parecido a la forma de una piscucha ondeando en el espacio infinito. Curioso, me puse a observar el cielo que se extendía más allá de los tejados buscando el motivo de su inspiración, pero no vi nada más que un cielo solitario. Como a mí me fascinan los cometas, no tuve más que detenerme ante la mesa del desconocido artista cuya edad pintaba los treinta años.

Pedí un café americano sin azúcar, encendí mi vieja pipa de carrizo, y luego de limpiar mis lentes de carey, observé detenidamente la servilleta sobre su mesa, dándome cuenta que también había dibujos de avioncitos volando junto a las piscuchas, sólo que estos eran de un tamaño mucho menor. Hice el intento de saludarlo, pero me contuve, pensando que tal vez lo interrumpía en su ensueño de artista concentrado en su delicado trabajo. Yo seguí entretenido con mi pipa viendo hacia la calle, esperando la oportunidad de entablar conversación con él más tarde.
Y así fue. Me dijo su nombre, me dijo lo que pensaba , me dijo lo que quería, me lo dijo todo y me obsequió la servilleta de papel coloreada con yeso pastel. Yo feliz de conocer a este pintor de cometas y avioncitos de papel, dí el último sorbo de café sin azúcar y salí del lugar como un niño a quien le acaban de regalar un chocolate.

D.U.

(Pájaros al Vuelo, 2001).

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