miércoles, 9 de junio de 2010

ESTÀS

Estás ahí frente a los pinceles, escritos, fotografías de blanco y negro. Estás frente al mundo de todos los días escarbando recuerdos y no encuentras el camino por el que llegaste algún día donde volaron pájaros de todos colores. Quieres recordar y recontar. N o puedes. Te lo impide el tiempo del frío que ya viene como un soplo que entra por tu ventana. Ciérrala y cúbrete con un trapo limpio, después sacude la mesa. Luego, ponte en paz contigo mismo como ante un altar aromático de incienso y flores del campo.

Puedes, si quieres, irte caminando hacia un mercado, como van en día domingo toda la gente en busca de alguna fruta fresca o algún vaso de leche pura.

Sigue caminando. En las calles de la ciudad no hay piedras sueltas que impidan tu paso de hombre mayor de edad.

Volviendo a estas divagaciones, queremos decir que todo es un juego de palabras escritas para salir del atolladero circunstancial en que nos encontramos en esta mañana de de vientos entrecruzados y lloviznas de recuerdos apagados palpitando dentro de la memoria de un hombre agobiado por razones y sinrazones que no dejan un atisbo de luz redentora que venga a apaciguar el estado de cosas que por aquí se mantiene.

De aquí en adelante no pondremos puntos ni comas para que el lector invitado a leer estas notas no se sienta amarrado ni cohibido mucho menos acorralado por tanta letra sin fundamento que vamos poniendo en esta página digital producidas en esta vieja computadora que quita el sueño al más pintado de todos los que sueñan con los ojos abiertos en este mundo de imágenes virtuales y mentiras colocadas sin compromiso y sin propósitos anunciados o anunciadores de reminiscencias trasnochadas como esas del bohemio inconsecuente que vaga por lupanares y otros sitios similares dictando imaginadas aventuras a comensales y a otro tipo de gente de arrabales y barrios destruidos por una guerra sin sentido.

Hemos terminado la parte sin puntos ni comas para volver al texto normal, y así, refugiarnos de nuevo en la casa donde duermen las tortugas que en invierno se paseaban por el patio bajo la lluvia mientras los pájaros volaban sobre el árbol del mango sembrado hace tiempo por la abuela de mis hijos llamada mamá Eva.


Estás abriendo la ventana de un nuevo amanecer.

En la radio suenan las campanas de Navidad. Colibríes y tortolitas vuelan sobre los muros de las casas adornadas con foquitos de todos los colores. Los teléfonos celulares también suenan como pajarillos en una jaula con el pío pió gritando libertad. Mientras yo estoy aquí estando en el estar donde siempre he estado cosechando fracasos y bebiendo el vino agrio de la semana pasada o talvez del mes pasado.

Allá en el patio de las tortugas, el viento ha vuelto a sonar las campanitas de barro colgadas en el árbol de aguacate. Ayer hablé con Alfonso, el poeta del Valle del Señor. El y Ricardo estaban en pleno guiri guiri gustando de un asado.

Reunidos en un lugar sin nombre, todos los de la plana mayor de edad, acordamos hacerle un homenaje al pintor hermano Antonio García Ponce quien, a saber por qué razón no se ha dejado ver últimamente. Posiblemente andará haciendo apuntes en el interior de un gran mercado acompañado por una linda modelo de pelo lacio y piernas de miel de abeja ataviada con una falda corta y transparente. Antonio estará feliz dibujando a su chica sentada en un banco prestado por una vendedora del mercado. El pintor, en esta época de Diciembre, lucirá su suéter de cuello de tortuga y con una gran sonrisa, pedirá a la vendedora que le ponga un ramo de rosas entre las manos de su linda modelo.

Yo vuelvo al estar. Es el lugar que me consuela, el que a veces me deprime por la soledad o por los recuerdos. Por eso digo y repito: Estás, estás, estás como un ángel sin alas queriendo ser un SER humano.

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