martes, 18 de septiembre de 2007

CARTAS SIN DESTINATARIO

Esta mañana blanca y quieta me hace escribir esta nota a los pájaros, a los árboles o a quien por fin podrá leerla.
Me siento como un lienzo en blanco, vacío, como en un desierto y sólo la palabra será mi esperanza para seguir andando en este mundo de ilusiones y de sabias percepciones, las que se convierten en murmullos a la hora del atardecer.
Le escribo al cielo, a la piedra, a la hoja que se mece con el suave viento de febrero. He dicho: buenos días hamaca, y he saludado al loro Paco que saborea su vianda de semillas.
Quiero caminar por el sendero sin destino. Quiero volver a la soledad sin dejar de ser romántico. Y pensar en aquellas manos que nunca pude tocar.
Manos, pies, y piel de venada iluminada por la Luna de octubre, mes de los locos; de los que no vuelven.

Hoy me dedico a romper papeles inútiles. Sobre una bandeja de madera he puesto unos escritos rescatados del desorden anterior que prevalecía en el pequeño cuarto estudio donde me reúno conmigo mismo en el atardecer a la hora del ocaso, después del repique de las campanas de una iglesia lejana.

Manuel Elías

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