Estoy al frente de una mesa de terraza. Aquí recuerdo que llegaba yo, a tres o cuatro meses atrás, a “Galerías”, un complejo comercial de tiendas, quioscos y cafés, a comprar pajuelas de incienso para encender con ellas el espíritu de
La existencia de Domingo Urbano ha sido cuestionada por muchos. Es decir, que, para algunos, es nada más que un personaje imaginado. Por lo tanto, todo lo que él escribe no tiene carácter verdadero. Se colige que “es la simple imaginación de un loco que anda suelto por las calles de San Salvador, esta ciudad de tinieblas sociales y culturales. Sin embargo, acabo de recibir un correo de Ricardo Aguilar en el que me cuenta de la siguiente manera:
“SALÚDAME A DOMINGO, DILE DE MI PARTE QUE DESDE QUE NOS VIMOS EN EL LAGO DE GÜIJA PARA EL AÑO NUEVO RECIEN PASADO, YA NO HEMOS TENIDO OPORTUNIDAD DE GUARDAR SILENCIO JUNTOS”
Ricardo.
Entonces, si Ricardo estuvo con él ese día, cómo es posible pensar que Domingo no exista? Por todo esto, avalado por el testimonio de Aguilar, yo me atrevo a consignar aquí, los manuscritos recientes que de la mano de Urbano me han llegado.
Primer escrito:
MIRANDO TRAS
“Tengo una sensación como de desesperanza y vacío, por ese algo como perdido y nunca encontrado.”
D`urban
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