jueves, 10 de junio de 2010

MAGOS, PAYASOS, Y MALANDRINES.


Por lupanares, bares y cafés disfrazados de sitios culturales, deambulan estos personajes caracterizados por sus vestimentas de colores, algunos de ellos llevan collares y lucitas encendidas por una pila escondida en sus trajes.

Los transeúntes enamorados de las calles de la noche, buscan refugio en estos lugares para quitarse el estrés acumulado, con un vaso de ron o una cerveza bien helada. Llegan al bar de su preferencia a sentarse en su banco reservado hora antes y comparten su tristeza con payasos, magos y malandrines.

Al ambiente no se le puede pedir más. Todo mundo charla mientras la música estridente suena en las rockolas y los cuadros de pintores “conocidos” están allí colgados sin que nadie los vea. Son como adornos que al turismo le encanta promover en estos tiempos de magos, payasos y malandrines.

Faltó decir que el gallo canta porque dicen tiene cresta y luce una cola muy hermosa, en cambio la gallina tiene pocas plumas y le gusta ser huevona. Yo por eso mejor me voy con mis lentes a otro sitio. A otro estar.
Pongamos el mantel sobre la mesa y los pies sobre la tierra. Después, podemos conversar.
Acerquemos las sillas a los invitados a esta fiesta de los espíritus alegres en este tiempo de cantos navideños.
Limpiémonos del polvo que nos cubre para abrir nuevos caminos en este transitar de todos los días. Demos una mirada de consuelo con una moneda de cariño al niño pobre que toca la puerta de nuestra casa, que luego se va a otro lado montado en su roja vieja bicicleta.

Una flor es suficiente para adornar nuestra mesa, si es clavel o rosa roja.
Felicito al lector de estas hojas sueltas por tener la paciencia de haber leído hasta aquí todo lo dicho, que más que palabras, es sólo el anuncio de un año nuevo, hermoso y soleado.

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