miércoles, 14 de diciembre de 2011

SENSACIONES



Juan Octubre, pintor de acuarelas.

Esta primera mañana del mes del viento y de los recuerdos, Juan despierta con optimismo por ver un día alegre. El cielo está pintado por barriletes de infinitos colores mientras en la tierra las tortugas de la casa caminan despacio, en línea, hacia el bebedero. El está ahí como un bobo, viendo al cielo.

Como mariposas entran por la ventana los recuerdos y hay un revuelo de papeles en las mesas del estudio del pintor de acuarelas.

Juan Octubre, con el carboncillo en mano, traza unas líneas primerizas sobre el bloc de papel colocado en el caballete. Da unos pasos atrás, ve hacia un rincón donde no hay modelo ni cosa parecida. Imagina y sigue formando en el blanco papel una figura femenina que sólo en su pupila existe.

Entre los papeles que el viento ha regado sobre el piso, hay un manuscrito a lápiz con notas sobre una historia que el pintor de acuarelas ha escrito con su puño y letra titulada Mariposa.

Lo adjuntamos aquí:

“Se ha escrito historias como esta, que no es la única ni la verdadera sobre la mariposa. En este caso la mariposa es la encarnación en una joven mujer que trabajó como modelo de un grupo de artistas plásticos que nos reuníamos para realizar dibujos y apuntes los fines de semana en el taller improvisado de un compañero. Un día, ella apareció en mi estudio, justamente en el mes del viento y la piscucha.

Tenía un aire de libertad en sus pequeños ojos soñadores que miraban inquietos a la hoja de papel que yo colocaba en un tablero.Donde más tarde me pondría a dibujar, teniéndola a ella como modelo. Recuerdo que el primer trabajo fue un descubrimiento casi infantil de mi parte, pues toda ella me pareció una mariposa multicolor, la que vendría a ser mi modelo preferida y, desde ese primer día la bauticé como la “Mariposa”.

La Mariposa llegaba al estudio cargando su mochila de viajera citadina, a veces con botas y sombrero de verano y una falda corta que dejaba ver sus grandes nalgas a través de la pegada falda.

Recuerdo el dibujo a tinta china que le hiciera cuando caminaba por una acera con su mochila al hombro y su sombrero de lonilla sobre su cabeza y al fondo unos árboles de pino mecidos por el viento en pleno mes de octubre. Ese dibujo fue a parar a la casa humilde de una señora amiga de la Mariposa. Allí quedó prendido a una pared, junto a imágenes religiosas y botes de flores de papel. Cómo me gustaba ese dibujo!...

Viajera que vas por cielo y por mar…

Recapitulando. Hasta la fecha, han pasado varios inviernos y veranos desde que nuestra mariposa alzó el vuelo y se fue a donde siempre quiso estar, en la vieja Europa de Miguel Ángel, en la Florencia de sus sueños, en la Venecia de góndolas doradas guiadas por hombres con sombrero, o en un hotelito triste y abandonado.

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