miércoles, 7 de diciembre de 2011

ILUSIONISMO



El mago Barú ha perdido sus turbantes, su barita mágica, su fuente de la juventud, sus bolitas blancas, sus trajes y atuendos traídos desde San Francisco donde estudió alta magia. Ha perdido años de vida haciendo magia en los bares y calles de San Salvador. Ha perdido sus aros de aluminio con los que alguna vez actuó en circos y piñatas. Ha perdido el brillo de sus ojos y su cabeza se ha poblado de canas casi azules y platinadas. El mago Barú camina despacio como alma errante, aterida. Llega a La Rendija, mostrando su cansancio de empedernido caminante. Toma asiento en la banca de ocasionales modelos ante pintores que lo dibujan, mientras otros le toman fotografías.

Saca de un bolso, pañuelos de colores, un mazo de cartas del Tarot, y un libro viejo que muestra a los presentes. Después dice adiós, apoyándose con su bastón de sello hindú; con el que sostiene el paso de si izquierda lastimada, por un fuerte golpe que ha recibido de malandrines en plena calle. Se ha retirado diciendo “Atala Majatala”!...

S.S., Mayo de 2006.

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